Tlilli Tlapalli

Las historias en mi cabeza son 

Puentes

Cables

Entre la emoción y la conciencia

Imágenes que preceden a las palabras 

Ancestrales 

Como la tinta roja y negra en las cavernas 

Alucinaciones 

Residuos del inconsciente 

Que cobran sentido 

Cuando se escriben.

The Beatles: «Get Back» y el reencuentro con la felicidad

Lo primero que salta a la vista en The Beatles: Get Back —el documental de casi ocho horas divididas en tres partes, que dirigió Peter Jackson y estrenó la plataforma Disney el jueves 25— es su carácter de proeza técnica. Jackson partió de un tesoro en bruto: cerca de 60 horas de imágenes que en su mayor parte habían sido descartadas del documental que Michael Lindsay-Hogg filmó en el ’69, mientras Los Beatles ensayaban los temas que dieron a conocer en sus dos últimos discos, Let It Be y Abbey Road. (El film de Lindsay-Hogg se estrenó en mayo del ’70, cuando Los Beatles ya no existían como banda, y se llamó como el disco póstumo: Let It Be.)

Pero esas horas de metraje habían sido filmadas por dos cámaras de 16 mm, que registran sin sonido. Y por el otro lado existían 150 horas de audio registrado por múltiples grabadores Nagra. (Y hasta por un micrófono oculto, que revela una conversación esencial al drama que vertebra el film: más detalles sobre este particular, en breve.) Jackson y su editor Jabez Olssen, el héroe oculto de todo este lío, armaron la narrativa del documental a partir de esos audios. Y después se mandaron el laburo chino de empatar imágenes y sonido. Cuando prestás atención, se percibe que las palabras no siempre se corresponden con las imágenes. Pero aún así, la ilusión de verosimilitud está lograda.

La otra proeza es el tratamiento de las imágenes. La imagen rescatada del celuloide original se ve como imagen digital de hoy, lo cual dispara un efecto deslumbrante: la sensación de que estamos ahí, a pasitos de Los Beatles, viendo todo lo que ocurre y lo que se dicen —y hasta lo que no deberían decirse— los miembros de la banda más descomunal de la historia de la música popular.

La narrativa de Get Back está articulada como una cuenta regresiva. Después de un lapso de desencuentros (el doble The Beatles, que conocemos como Álbum blanco, era el destilado de cuatro solistas antes que el fruto de una tarea grupal), la banda decidió exponerse a una situación parecida a la de sus comienzos, cuando no había gran presupuesto para grabar y debían someterse a un deadline. Por eso se impusieron un margen de tres semanas para crear y ensayar 14 canciones.

La idea era conjurar la clase de magia y trabajo de equipo que habían perdido cuando dejaron de hacer giras. Querían alejarse del uso experimental, casi de laboratorio, del estudio de grabación, al que tanto jugo le habían sacado en discos como Sgt. Pepper, y producir temas nuevos que pudiesen ser interpretados —y registrados— en vivo. La cuenta regresiva debía concluir con su primer show ante público en mucho tiempo, a ser filmado para un especial de TV, para el cual todavía se barajaban escenarios potenciales. La ambición de Lindsay-Hogg, que debía registrar los ensayos de la banda y el concierto final, era un disparate: llevarlos a tocar a Siria, en un anfiteatro próximo al mar, llamado Sabratha.

En consecuencia, Jackson decidió estructurar el relato («Un documental sobre otro documental», lo definió) como un diario, contando lo que sucedía jornada tras jornada. Esa naturaleza episódica conllevaba la necesidad de incluir, además de los momentos altos o gloriosos, las marchas y contramarchas, los minutos muertos, el cansancio y la frustración que también jalonaban cada día. Por eso habrá muchos que consideren que casi ocho horas de narración son excesivas. (It’s all too much, diría Harrison.) Sin embargo, hasta los momentos en apariencia erráticos o irrelevantes han sido dispuestos por Jackson y Olssen de modo que contribuye con una narrativa sutil, sí, pero no por eso menos apasionante.

La forma en que cincelaban sus letras es impresionante. El documental muestra que las armaban en paralelo con la melodía y los arreglos, tirando ráfagas de palabras y versos que anotaba Mal Evans, su asistente para casi todo servicio. (Incluyendo la interpretación musical de yunque que terminó sonando en El martillo de plata de Maxwell.) Como en el sanateo original McCartney largó get back, o sea volvé, su cabeza conectó al toque con la fobia antiinmigratoria del parlamentario Enoch Powell. Y por eso durante un trecho Get Back fue una parodia del racismo británico, llena de paquistaníes y portorriqueños, en lugar de la canción que hablaba de Jojo el fumón y de la travesti Loretta.

La sensación de participar de un taller mediante el que comparten sus métodos de trabajo es invaluable. El placer que embarga al verlos no es nunca voyeurista, porque estamos allí no como espías, sino como invitados. Y por eso absorbemos los detalles con agradecimiento, como quien se delecta en las manías de la persona amada. El modo en que Lennon inserta el filtro del cigarrillo en la punta de la cuerda que sale de su clavijero. La forma en que completan las frases del otro, cuando discuten —en código casi ininteligible— lo que harán en tal o cual parte de una canción nueva. La frecuencia con la cual Paul se echa a silbar, una remisión inconsciente a Mary, su madre, que silbaba todo el tiempo en la cocina.

El documental ofrece un banquete interminable de bocadillos para beatlemaníacos. Por ejemplo, la forma original de canciones que se volverían clásicas. (Jealous Guy, del Lennon solista, comenzó como una efusión hippie en honor de la naturaleza a la que le decía Camino a Marruecos. Let It Be era Mother Mary, en directa alusión a Mary McCartney, la madre que Paul perdió a los 14 a causa de un cáncer.) O la ligereza con que descartaban melodías que devendrían himnos, como Gimme Some Truth de Lennon o All Things Must Pass de Harrison. O su habilidad para conjurar clásicos como Shake, Rattle & Roll Blue Suede Shoes, mediante los cuales liberaban tensiones y volvían a ser los pendejos deslumbrados por el rock and roll. O la naturalidad con que citaban standards de la música popular, como Irving Berlin y Cole Porter. (Nunca imaginé que vería a Lennon tocando el tema de El tercer hombre que compuso Anton Karas.)

Si hubiese que agregarle un subtítulo al documental, no dudaría un segundo.

Silencio, genios trabajando.

Adaptado de MARCELO FIGUERAS en https://www.elcohetealaluna.com/ahora-y-entonces/

Emily

Biografía

Me llamo Emily. Nací en Nueva Inglaterra, un 10 de

diciembre muy blanco y altivo, y otra vez blanco. Mi

padre nos leía la Biblia con ojos de Pentateuco, afirman-

do que ese libro, que es el Libro de los Libros, contiene

cuanto existe de inhallable en lo real. Tuve que buscar

cómo engendrarme de algún modo, recurrir al silencio

que es nido muy vacío, muy en paz. Así inventé los bos-

ques, el desquiciado mundo, la antigüedad del agua. Esa

fue mi forma de parir. Aún no he regresado.

(de Archivo Dickinson, María Negroni, La Bestia Equilátera, 2017)

fotografía: https://sparrek.org/

Oraciones a Arthur Rimbaud | Patti Smith

Cantante, compositora, dramaturga y poeta, Patti Smith (Chicago, 1946) ha sido influenciada por artistas tan diversos como Arthur Rimbaud, Bob Dylan, Antonin Artaud, Jimi Hendrix, William Blake y los Rolling Stones. Como estudiante de secundaria, estaba interesada en el jazz y la poesía, y sus primeros trabajos creativos fueron poemas. 

Smith publicó sus poemas por primera vez en 1972, el mismo año en que coescribió una obra de teatro, Cowboy Mouth, con Sam Shepard. Desde entonces, ha publicado una serie de colecciones de versos, incluidos Babel (1978), Early Work, 1970–1979 (1994), The Coral Sea (1996) y Patti Smith Complete: Lyrics, Reflections & Notes for the Future (1998).

A las diez horas del 10 de noviembre de 1891
el poeta Jean Arthur Rimbaud conoció el FIN
de su aventura terrestre

A.R.

oraciones. a Arthur Rimbaud. Él era joven. Tan malditamente joven. Completamente maldito. Borracho con la Sangre de muñecos bebés. Potencia, risa enloquecida, corriendo codo a codo con su visión y su demonio. Precozmente penetra el culo de los muñecos. Clava alfileres en las cabezas de los inocentes. Mala semilla de spleen dorado. Ja Ja. Portador de la última risa. Cabellos rubios enredándose en tu respiración vital. Hidrógeno blanco. Rimbaud. Salvador de los científicos olvidados: los alquimistas. La alquimia de la palabra. El poder de la palabra. Rayos de amor. Balas en el altar. Obscenas ceremonias. No dejan pruebas sobre las pistas. Oro. Detrás. Rimbaud bendito. Rimbaud herido. Rimbaud: ángel con mangas de cabello azul. [NO] luz sin sombra. Rimbaud era una piedra rodante. ¿Son todos los profetas perseguidos? Era demasiado joven.

à dix heures le 10 Novembre 1891
le poète Jean Arthur Rimbaud
rencontra la FIN de son
adventure Terrestre
A.R.

devotions. to Arthur Rimbaud. he was young. he was so damn young. he was so god damned. Drunk with the Blood of Baby dolls. Mad laughter. power. running neck and neck with his vision was his demon. Sooner Stick his dick up the baby dolls ass. Shove pins in the heads of innocents. Bad seed with a golden spleen. Ha Ha. he has the last laugh. Blonde Hairs raveling in your vital breath. White hydrogen. Rimbaud. Savior of the forgotten scientists: the alchemists. alchemy. of The. The Word. The power of The Word. Love Rays. bullets on the alter. obscene ceremonies. leave no proof clues. gold. behind. Rimbaud blessé Rimbaud wounded Rimbaud: angel with sleeves of blue hair. [NO] light without shadow. Rimbaud was a rolling stone are all prophets persecuted? He was so damn young.

Extraído de Patti Smith, Devotions to Arthur Rimbaud (“He Was So Damn Ypung”), 1978 | Traducción de Juan Arabia para Buenos Aires Poetry, 2020. 

@https://buenosairespoetry.com/

Mención especial

Con gran emoción , ayer recibí una Mención especial por mi cuento «Temporada de liebres» en el Premio Itaú Cuento Digital 2019. La antología digital se podrá leer en enero de 2020.

Un agradecimiento a Itaú ,por supuesto, a la familia que todo lo banca y al taller de escritura de @Argoscultural, especialmente a Evangelina Caro Betelú.